“El bienaventurado Herman, según refiere Surio, pronunciaba con mucha frecuencia el dulce Nombre de María, y experimentaba los más prodigiosos efectos: cuando se hallaba solo se postraba en tierra, y en esta postura se complacía en repetir mil veces: María… María… María. Un amigo suyo, que también era muy devoto de la Virgen santísima, habiéndole sorprendido en uno de los actos que consagraba en honra del Nombre de su amable Madre, se asombró al verle postrado por tanto tiempo, y tan profundamente, «¿ Qué haces? le preguntó: ¿ Cuáles son los sentimientos que ahora te ocupan?» Y Herman respondió: « Estoy recogiendo, pero con un divino consuelo, los deliciosos frutos del dulce Nombre de María. Cuando lo pronuncio me parece que todas las flores, todos los perfumes, se reúnen alrededor de mí para llenar de fragancia el aire que respiro, mientras que cierta virtud secreta inunda mi alma de un gozo celestial. Aquí estoy descansando de todos mis trabajos, olvido las amarguras de la vida; y si me fuese posible, quisiera no haber de salir jamás de esta posición, y estar repitiendo sin cesar el santo Nombre de María.» ( Surio.)
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PRÁCTICA EN HONOR DE MARÍA.
(De san Camilo de Lelis.)
Repetid á menudo el santo Nombre de María, y hacedlo repetir a los moribundos hasta su postrer aliento. San Camilo de Lelis no cesaba de recomendar estas dos cosas a sus súbditos: lo practicaba con otros, y experimentó los más dulces consuelos practicándolo consigo mismo. El autor de su vida nos refiere que en sus últimos momentos pronunciaba con tal ardor y eficacia los nombres de Jesús y de María, que inflamaba el corazón de todos los circunstantes. Y teniendo los ojos fijos en sus imágenes, y los brazos en cruz, espiró con el semblante sereno, en el cual se veía ya pintado el gozo del paraíso celestial.”
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ORACION Á LA VÍRGEN SANTÍSIMA.
(De san Buenaventura.)
¡O Virgen santísima! Por la gloria de vuestro Santo Nombre os suplico, que cuando mi alma saldrá del cuerpo, os dignéis venir en busca suya para recibirla: no me rehuséis entonces la gracia de sostenerla con vuestra presencia: seáis Vos la escala y el camino para conducirla al cielo: en fin, alcanzadle el perdón y el reposo eterno. Amen.
A+M
FUENTE:
Anuario de María, ó, El Verdadero siervo de la Vírgen Santísima.Menghi d’Arville.Impr. y Libr. de Pablo Riera, 1841.