San Alfonso María de Ligorio...Hay que orar con confianza
Hay que orar con confianza
Lo que más encarecidamente nos pide el apóstol Santiago, si queremos alcanzar con la oración las divinas gracias, es que recemos con la más firme confianza de que seremos oídos. Pide, dice, con confianza, sin dudar nada. Santo Tomás nos enseña que así como la oración tiene su mérito por la caridad, así tiene su maravillosa eficacia por la fe y la confianza. Lo mismo nos predica San Bernardo, el cual afirma solemnemente que la sola confianza nos obtiene misericordias divinas. La causa de que nuestra confianza en la misericordia divina sea tan grata al Señor es porque.de esta manera honramos y ensalzamos su infinita bondad que fue la que El quiso sobre todo manifestar al mundo cuando nos dio la vida. Así lo cantaba el profeta, cuando decía: Alégrense, Dios mío, todos los que en Ti esperan, porque así serán eternamente benditos y Tú vivirás en medio de ellos. Y en otro lugar exclama: Protector es el Señor de todos los que esperan en El. Señor, Tú eres el que salvas a los que confían en Ti.
¡Oh, qué hermosas son las promesas que Dios ha hecho en las Sagradas Escrituras a aquellos que confían en El! Los que esperan en El no caerán en pecado. La causa la da el profeta David, cuando dice que los ojos del Señor descansan sobre aquellos que le temen y confían en su misericordia para salvar sus almas de la muerte de la culpa. En otro lugar dice el mismo Señor: Porque esperó en Mí, le libraré... le protegeré, le salvaré, le glorificaré. Nótese aquí que la razón que da para protegerlo y salvarlo y glorificarlo en la vida eterna es porque confió en Dios. Hablando también el profeta Isaías de aquellos que confían en el Señor, dice: Los que tienen puesta en el Señor su esperanza adquirirán nuevas fuerzas, tomarán alas, como de águila, correrán y no se fatigarán, andarán y no desfallecerán. Es decir: Ya no serán débiles, porque Dios les dará la fortaleza, y no tan sólo no caerán, sino que ni siquiera hallarán fatiga en el camino de la salvación: correrán, volarán como águilas. Añade el mismo santo Profeta: En la quietud y en la esperanza estará vuestra fortaleza. Esto nos quiere decir que toda nuestra fortaleza está en el poder de Dios y en callar, es decir, descansando amorosamente en los brazos de su misericordia, y no haciendo caso de la ayuda y de los medios humanos.
¿Se oyó por ventura que alguna vez se haya perdido el que en Dios confió?Ninguno jamás esperó en el Señor y se quedó confundido. San Agustín pregunta: ¿Será Dios tan mezquino que se ofrezca a sacarnos con bien de los peligros si acudimos a El, y luego nos deje solos y abandonados cuando hemos acudido a El? Y responde: No, no es Dios un charlatán que se ofrece con palabras a sostenernos, y retira el hombro cuando queremos apoyarnos en El.Leer más...
San Pablo nos exhorta a la confianza con estas fervorosas palabras: Lleguémonos confiadamente al trono de la gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar el auxilio de la gracia para ser socorridos a tiempo oportuno. El trono de la gracia es Jesús. Sentado está ahora a la diestra del Padre, no en trono de justicia, sino en trono de gracia, para darnos el perdón si vivimos en pecado, y la fuerza para perseverar si gozamos de su divina amistad. A ese trono hemos de acudir siempre con confianza, con aquella confianza que proviene de la fe que tenemos en la bondad y en la fidelidad de Dios, confianza firme e invencible, ya que se apoya en la palabra del Señor que ha prometido oír la oración de aquellos que de tal manera le rezaren.
Leer más...Santa Bernardita Soubirous
Y ahora quizás dirá alguno: Pues si yo soy ruin y miserable ¿sobre qué fundamento puedo apoyar mi confianza de alcanzar todo lo que pidiere? ¿Sobre qué fundamento? Sobre aquella promesa infalible que hizo Jesucristo, cuando dijo: Pedid y recibiréis. ¿Quién puede temer ser engañado, pregunta San Agustín, cuando el que promete es la misma verdad? ¿Cómo podemos dudar de la eficacia de nuestras oraciones, cuando Dios, que es la misma verdad, nos garantiza solemnemente que nos dará todo lo que pidamos? Y añade el mismo santo Doctor:No nos exhortaría a pedir, si no quisiera escuchar.
Leer más...Posted by: IosephJesús y la mujer cananea
Así decía San Pablo en alabanza de Abraham: que seguía en su esperanza contra toda esperanza. Afirma San Juan que aquel que se pone con firme confianza en Dios será santo. Lo dice con estas palabras: Quien en El tiene tal esperanza, se santifica a sí mismo, así como El es santo también. La razón es que Dios derrama abundantemente las gracias sobre los que confían en él.
Leer más...Posted by: IosephDavid y Goliat
Dice San Agustín que la oración es la llave maravillosa que nos abre todos los tesoros del cielo. Apenas nuestra oración llega al Señor, desciende sobre nosotros la gracia que acabamos de pedir. Sus palabras son éstas: Es la llave y puerta del cielo... sube la oración y desciende la misericordia de Dios. Esto es tan verdadero, que el Real Profeta dice que juntas caminan siempre la oración nuestra y la misericordia de Dios. Bendito sea el Señor que no desechó mi oración ni retiró de mí su misericordia.
Leer más...FuenteSanta Teresa de Jesús...“Puede representarse delante de Cristo y...traerle siempre consigo y hablar con Él, pedirle para sus necesidades y quejársele de sus trabajos, alegrarse con Él en sus contentos y no olvidarle por ellos
No estéis sin tan buen amigo
La oración no debe limitarse a esos momentos al día que dedicamos exclusivamente a “tratar de amistad con Quien sabemos nos ama”, sino que todo el día debe ser una oración que suba a Dios como el incienso.
Santa Teresa aconseja muy especialmente el ejercicio de la presencia de Dios, ese poner a las almas en contacto continuo con Dios, que vive dentro de ellas.
Aconseja tener imágenes piadosas para que nos ayuden a elevar la mirada: “Es gran regalo ver una imagen de quien con tanta razón amamos. A cada cabo que volviésemos los ojos, la querría ver. ¿En qué mejor cosa ni más gustosa a la vista la podemos emplear, que en quien tanto nos ama y en quien tiene en sí todos los bienes?”
Muy especialmente debemos elevar el pensamiento unos instantes en medio de nuestras ocupaciones diarias, para renovar los propósitos que hayamos hecho durante la oración, para no terminar obrando como si Dios no existiera. “Aun en las mismas ocupaciones retirarnos a nosotros mismos. Aunque sea por un momento solo, aquel acuerdo de que tengo compañía dentro de mí es gran provecho”.
“Creedme, mientras pudiereis no estéis sin tan buen amigo. Si os acostumbráis a traerle cabe vos y El ve que lo hacéis con amor y que andáis procurando contentarle, no le podréis -como dicen- echar de vos; no os faltará para siempre; ayudaros ha en todos vuestros trabajos; tenerle heis [le tendréis] en todas partes: ¿pensáis que es poco un tal amigo al lado?”
Nos dice que ella lo hacía : “Procuraba lo más que podía traer a Jesucristo, nuestro bien y Señor, dentro de mí presente, y ésta era mi manera de oración”
Y nos dice cómo hacerlo: “Puede representarse delante de Cristo y acostumbrarse a enamorarse mucho de su sagrada Humanidad ytraerle siempre consigo y hablar con Él, pedirle para sus necesidades y quejársele de sus trabajos, alegrarse con Él en sus contentos y no olvidarle por ellos, sin procurar oraciones compuestas, sino palabras conforme a sus deseos y necesidad.”
“Es excelente manera de aprovechar y muy en breve; y quien trabajare a traer consigo esta preciosa compañía y se aprovechare mucho de ella y de veras cobrare amor a este Señor a quien tanto debemos, yo le doy por aprovechado.”
“Si trajésemos cuidado de acordarnos tenemos tal huésped dentro de nosotras, [no] nos diésemos tanto a las cosas del mundo, porque veríamos cuán bajas son para las que dentro poseemos.”
“Que, a mi parecer, si como ahora entiendo que en este palacio pequeñito de mi alma cabe tan gran Rey, que no le dejara tantas veces solo, alguna me estuviera con Él, y más procurara que no estuviera tan sucia. Mas ¡qué cosa de tanta admiración, quien hinchiera mil mundos y muy mucho más con su grandeza, encerrarse en una cosa tan pequeña!”
Es excelente preparación para la oración, el mantenernos durante el día con esta santa compañía: “Este modo de traer a Cristo con nosotros aprovecha en todos estados, y es un medio segurísimo para ir aprovechando en el primero y llegar en breve al segundo grado de oración, y para los postreros andar seguros de los peligros que el demonio puede poner.”
Y nos dice que es cuestión de “querer” estar en esta santa compañía “porque entended que esto no es cosa sobrenatural, sino que está en nuestro querer y que podemos nosotros hacerlo con el favor de Dios, que sin éste [sin el favor de Dios]no se puede nada, ni podemos de nosotros tener un buen pensamiento.”
Que Santa Teresa nos enseñe y nos alcance de Dios la gracia de traer a Cristo con nosotros para asemejarnos cada día más a Él.
Santa Teresa aconseja muy especialmente el ejercicio de la presencia de Dios, ese poner a las almas en contacto continuo con Dios, que vive dentro de ellas.
Aconseja tener imágenes piadosas para que nos ayuden a elevar la mirada: “Es gran regalo ver una imagen de quien con tanta razón amamos. A cada cabo que volviésemos los ojos, la querría ver. ¿En qué mejor cosa ni más gustosa a la vista la podemos emplear, que en quien tanto nos ama y en quien tiene en sí todos los bienes?”
Muy especialmente debemos elevar el pensamiento unos instantes en medio de nuestras ocupaciones diarias, para renovar los propósitos que hayamos hecho durante la oración, para no terminar obrando como si Dios no existiera. “Aun en las mismas ocupaciones retirarnos a nosotros mismos. Aunque sea por un momento solo, aquel acuerdo de que tengo compañía dentro de mí es gran provecho”.
“Creedme, mientras pudiereis no estéis sin tan buen amigo. Si os acostumbráis a traerle cabe vos y El ve que lo hacéis con amor y que andáis procurando contentarle, no le podréis -como dicen- echar de vos; no os faltará para siempre; ayudaros ha en todos vuestros trabajos; tenerle heis [le tendréis] en todas partes: ¿pensáis que es poco un tal amigo al lado?”
Nos dice que ella lo hacía : “Procuraba lo más que podía traer a Jesucristo, nuestro bien y Señor, dentro de mí presente, y ésta era mi manera de oración”
Y nos dice cómo hacerlo: “Puede representarse delante de Cristo y acostumbrarse a enamorarse mucho de su sagrada Humanidad ytraerle siempre consigo y hablar con Él, pedirle para sus necesidades y quejársele de sus trabajos, alegrarse con Él en sus contentos y no olvidarle por ellos, sin procurar oraciones compuestas, sino palabras conforme a sus deseos y necesidad.”
“Es excelente manera de aprovechar y muy en breve; y quien trabajare a traer consigo esta preciosa compañía y se aprovechare mucho de ella y de veras cobrare amor a este Señor a quien tanto debemos, yo le doy por aprovechado.”
“Si trajésemos cuidado de acordarnos tenemos tal huésped dentro de nosotras, [no] nos diésemos tanto a las cosas del mundo, porque veríamos cuán bajas son para las que dentro poseemos.”
“Que, a mi parecer, si como ahora entiendo que en este palacio pequeñito de mi alma cabe tan gran Rey, que no le dejara tantas veces solo, alguna me estuviera con Él, y más procurara que no estuviera tan sucia. Mas ¡qué cosa de tanta admiración, quien hinchiera mil mundos y muy mucho más con su grandeza, encerrarse en una cosa tan pequeña!”
Es excelente preparación para la oración, el mantenernos durante el día con esta santa compañía: “Este modo de traer a Cristo con nosotros aprovecha en todos estados, y es un medio segurísimo para ir aprovechando en el primero y llegar en breve al segundo grado de oración, y para los postreros andar seguros de los peligros que el demonio puede poner.”
Y nos dice que es cuestión de “querer” estar en esta santa compañía “porque entended que esto no es cosa sobrenatural, sino que está en nuestro querer y que podemos nosotros hacerlo con el favor de Dios, que sin éste [sin el favor de Dios]no se puede nada, ni podemos de nosotros tener un buen pensamiento.”
Que Santa Teresa nos enseñe y nos alcance de Dios la gracia de traer a Cristo con nosotros para asemejarnos cada día más a Él.
Rendir nuestra voluntad a la de Dios
“Este es nuestro engaño, no nos dejar [no dejarnos] del todo a lo que el Señor hace, que sabe mejor lo que nos conviene.”
“Un alma dejada en las manos de Dios no se le da más que digan bien que mal, si ella entiende (…) que no tiene nada de sí. (…) y aparéjese [prepárese] a la persecución, que está cierta en los tiempos de ahora.”
“Yo creo que, como el demonio ve que no hay camino que más presto lleve a la suma perfección que el de la obediencia, pone tantos disgustos y dificultades debajo de color de bien. Y esto se note bien y verán claro que digo verdad. En lo que está la suma perfección, claro está que no es en regalos interiores ni en grandes arrobamientos ni visiones ni en espíritu de profecía; sino en estar nuestra voluntad tan conforme con la de Dios, que ninguna cosa entendamos que quiere, que no la queramos con toda nuestra voluntad, y tan alegremente tomemos lo sabroso como lo amargo, entendiendo que lo quiere Su Majestad. Esto parece dificultosísimo (…) mas esta fuerza tiene el amor, si es perfecto, que olvidamos nuestro contento por contentar a quien amamos. Y verdaderamente es así que, aunque sean grandísimos trabajos, entendiendo contentamos a Dios, se nos hacen dulces. Y de esta manera aman los que han llegado aquí, las persecuciones y deshonras y agravios. Esto es tan cierto y está tan sabido y llano, que no hay para qué me detener en ello.
Lo que pretendo dar a entender es la causa que la obediencia, a mi parecer, hace más presto, o es el mayor medio que hay para llegar a este tan dichoso estado. Es que (…) en ninguna manera somos señores de nuestra voluntad, para pura y limpiamente emplearla toda en Dios, hasta que la sujetamos a la razón, es la obediencia el verdadero camino para sujetarla.”
"Darse del todo al Todo, sin hacernos partes."
"Todo el daño nos viene de no tener puestos los ojos en Vos, que si no mirásemos otra cosa que el camino, pronto llegaríamos..."
"No sabemos amar... no está en el mayor gusto sino en la mayor determinación de desear contentar en todo a Dios..."
“ Guíe Su Majestad por donde quisiere. Ya no somos nuestros, sino suyos.”“Rendir nuestra voluntad a la de Dios en todo, y que el concierto de nuestra vida sea lo que Su Majestad ordenare de ella, y no queramos nosotras que se haga nuestra voluntad sino la suya.”
“Un alma dejada en las manos de Dios no se le da más que digan bien que mal, si ella entiende (…) que no tiene nada de sí. (…) y aparéjese [prepárese] a la persecución, que está cierta en los tiempos de ahora.”
“Yo creo que, como el demonio ve que no hay camino que más presto lleve a la suma perfección que el de la obediencia, pone tantos disgustos y dificultades debajo de color de bien. Y esto se note bien y verán claro que digo verdad. En lo que está la suma perfección, claro está que no es en regalos interiores ni en grandes arrobamientos ni visiones ni en espíritu de profecía; sino en estar nuestra voluntad tan conforme con la de Dios, que ninguna cosa entendamos que quiere, que no la queramos con toda nuestra voluntad, y tan alegremente tomemos lo sabroso como lo amargo, entendiendo que lo quiere Su Majestad. Esto parece dificultosísimo (…) mas esta fuerza tiene el amor, si es perfecto, que olvidamos nuestro contento por contentar a quien amamos. Y verdaderamente es así que, aunque sean grandísimos trabajos, entendiendo contentamos a Dios, se nos hacen dulces. Y de esta manera aman los que han llegado aquí, las persecuciones y deshonras y agravios. Esto es tan cierto y está tan sabido y llano, que no hay para qué me detener en ello.
Lo que pretendo dar a entender es la causa que la obediencia, a mi parecer, hace más presto, o es el mayor medio que hay para llegar a este tan dichoso estado. Es que (…) en ninguna manera somos señores de nuestra voluntad, para pura y limpiamente emplearla toda en Dios, hasta que la sujetamos a la razón, es la obediencia el verdadero camino para sujetarla.”
"Darse del todo al Todo, sin hacernos partes."
"Todo el daño nos viene de no tener puestos los ojos en Vos, que si no mirásemos otra cosa que el camino, pronto llegaríamos..."
"No sabemos amar... no está en el mayor gusto sino en la mayor determinación de desear contentar en todo a Dios..."
“ Guíe Su Majestad por donde quisiere. Ya no somos nuestros, sino suyos.”“Rendir nuestra voluntad a la de Dios en todo, y que el concierto de nuestra vida sea lo que Su Majestad ordenare de ella, y no queramos nosotras que se haga nuestra voluntad sino la suya.”