Hijos Míos, despierten del letargo espiritual, abran sus ojos a la realidad. is queridos hijos, les invito a quesean apóstoles de Jesús, a que escuchen a Jesús en la Sagrada Escritura, a que hablen con Jesús a través de la oración constante, a que se unan con Jesús cuando lo reciben en la Eucaristía.
Queridos hijos, están viviendo en el tiempo de la Batalla Espiritual, y lo que está en riesgo son las almas, las almas de los pobres pecadores...
Hijitos, en esta Lucha Espiritual deben entregar como una ofrenda de amor todos sus sufrimientos, todos sus problemas, todas sus tribulaciones, son necesarias e importantes para salvar almas. No se aquejen, queridos hijos, sufran en silencio. El sufrimiento del silencio tiene mucho valor. Hijitos Míos, ofrézcanse. Esta Batalla es dura, se hará más intensa porque la Bestia avanza. Los siervos de Mi Adversario son ágiles, son astutos. Ustedes, queridos hijos, conviértanse en palomas mensajeras, anuncien que Mi Hijo Regresa.Hijos Míos, despierten del letargo espiritual, abran sus ojos a la realidad. Viven en plena Batalla; viven en plena Tercera Guerra Mundial. Hijos Míos, son Mis soldados, son el Ejército de Mi Inmaculado Corazón. Escuchen la voz de vuestra Madre que les indica el camino a seguir a Jesús. Él está en el Sagrario esperándolos, adórenlo siempre. Aférrense a mi Santo Rosario, no lo quiten de vuestra mano, de vuestros labios, de vuestro corazón.Hijos Míos, despierten del letargo espiritual, abran sus ojos a la realidad. Los hombres se ahogan en este mundo de pecado y no se preocupan por la salvación de sus almas. Más Yo, hijitos Míos, intercedo por todos ustedes. Es una bendición del Cielo que Yo esté aquí con Mis hijos. Siempre agradezcan al Señor por cada mensaje y por Mi presencia en el mundo.
Hijitos Míos, Yo reúno a los escogidos; muchos son llamados, pero sólo los escogidos subirán al Arca de María. Hijitos, nunca tengan miedo de responder a Mi llamado. Yo reúno al pequeño Resto Fiel de Mi Hijo. Un pequeño grupo de almas en todo el mundo, Mi ejército mariano, para que se ofrezcan en reparación, en oración, por las almas de los pobres pecadores.
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