"A quien Dios quiere hacer santo, lo hace gran
devoto de Santa María" (San Luis María de Montfort)
Un apóstol eminente de la Eucaristía, san Pedro
Julián Eymard, es también un fiel devoto de la Virgen María. Ella ha tenido un
lugar especial en su vida y, al final de su camino, la ha honrado con un título
particular, el de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento.
San Pedro Julián Eymard, apóstol de Jesús
Sacramentado
El primer santuario y el más querido de su
corazón, fue el de Laus. Situado a 80 kilómetros de La Mure, en la diócesis de
Gap, Notre-Dame de Laus era, después del siglo XVII, un centro de peregrinación
que destacaba en la Provenza y el Delfinado. A la edad de once añós, Pedro
Julián, llega allí, solo, y mendigando el pan. Fue allí, dirá más tarde, donde,
por primera vez, conocí y amé a María.
El Santuario de Nuestra Señora de Laus es
recordado porque allí, entre 1674 y 1717, la Virgen se apareció a la beata
Benita Rencurel, y desde entonces se han dado muchos milagros en el lugar de las
apariciones
En Laus, María le enseña a Pedro Julián a
abrirse al amor. Hace la primera comunión a la edad de doce años, y manifiesta
su deseo de ser sacerdote, aunque su padre se oponga a su aspiración. En una
nueva peregrinación a Laus Pedro Julián recibe, del Padre Touche, la
confirmación de su vocación y la gracia de comulgar todos los domingos, una
excepción en aquella época
Más decidido que nunca, se pone a aprender
latín, solo, a escondidas de su padre. En el mes de agosto de 1828, estando al
servicio de un sacerdote en el hospicio de Saint-Robert, a las puertas de
Grenoble, se entera accidentalmente de la muerte de su madre. Se dirige
rápidamente a la capilla del hospicio para encomendarse a María. "Bendije a
Nuestra Señora De Laus, anotará más tarde, y el día en que la tomé por madre
cuando murió mi pobre madre, le pedí, postrado a sus pies en la capilla de
Saint-Robert, la gracia de ser un día sacerdote. (17 de marzo de 1865) A partir
de esta época, escribirá más tarde, experimenté siempre, la protección de María,
de una manera muy especial, (3 de septiembre de 1839).
Su entrada en los Maristas en 1839 llena sus
expectativas: llegar a ser religioso en una Sociedad que lleva el nombre de
María y que es su familia de una manera muy especial. Hace su noviciado en Lyón,
durante algunos meses, y desde entonces, el santuario de Nuestra Señora De
Fourvière se convierte en su lugar privilegiado de oración: sube allí por lo
menos dos veces a la semana. En su retiro de entrada en el noviciado, escribe:
He sentido en mí un gran deseo de vivir de la vida de la Santísima Virgen y de
hacer un estudio continuado de su humildad, de su obediencia y de su amor
divino; de pedir las luces del Espíritu santo por María para conocer la voluntad
de Dios sobre mí... para obtener el espíritu de la Sociedad de María. ( 28 de
agosto 1839).
Santuario de Nuestra Señora de Fourvière, uno de
los santuarios que San Pedro Julián Eymard visitaba frecuentemente en
peregrinación
En el Corpus de 1845, experimenta una atracción
eucarística muy fuerte que va a marcar su ministerio. El 21 de enero de 1851,
estando orando en Fourvière, recibe la inspiración de consagrarse a una obra
eucarística. Descubre que la Eucaristía es el remedio a la indiferencia
religiosa y a la increencia moderna. Una nueva gracia en La Seyne-sur-Mer, el 18
de abril de 1853, le confirma en su deseo. Orienta a los jóvenes, se prepara con
los sacerdotes y laicos para crear una nueva obra eucarística. En realidad, su
proyecto quedará corto, pero tiene la conciencia de que la Virgen María le está
guiando hacia esta vocación nueva, que siente en su corazón.
Fue Nuestra Señora quien le señaló a San Pedro
Julián Eymard que su apostolado será propagar el amor y la reparación a Jesús
Sacramentado
Después de que varios años de reflexión
prudente y de combate interior, alentado por el papa Pio IX, funda a la
congregación del Santísimo Sacramento en París el 13 de mayo de 1856.
Meditando sobre María, durante su gran retiro
de Roma, anota en efecto: Le debo (a María) la perseverancia, la vocación, sobre
todo la gracia del Santísimo Sacramento. Ella me ha dado a su Hijo como su
servidor, su hijo predilecto (11 de marzo de 1865).
O todavía poco después: ¡Cómo (María) me ha
conducido de la mano, solo, hasta el sacerdocio! ¡Después, al Santísimo
Sacramento! (17 de marzo 1865) De Nazareth, Jesús fue al Cenáculo, y María fijó
allí su estancia!.
NUESTRA SEÑORA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO, ¿POR
QUÉ?
El título de Nuestra Señora del Santísimo
Sacramento fue dado a María por San Pedro Julián Eymard en mayo de 1868,
mientras que hablaba a sus principiantes. Algunos años más tarde él describió lo
que debe parecer su estatua: "La Virgen santa tiene al niño en sus brazos y él
sostiene un cáliz en una mano y una hostia en la otra". Él les suplicó a que
invocaran a María como "¡Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, ruega por
nosotros que recurrimos a ti!".
Imagen de Nuestra Señora del Santísimo
Sacramento, tal como la describió San Pedro Julián Eymard
Pío IX enriqueció la invocación con
indulgencias. Dos veces, San. Pío X hizo lo mismo. El 30 de diciembre de 1905,
él concedió una indulgencia de 300 días al fiel que ore: “Nuestra Señora del
Santísimo Sacramento, ruega para nosotros.” Y dirá después "este título, de
Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, es quizás el más significativo de
todos".
San Pío X, buscando enfervorizar al creyente
hacia la Sagrada Eucaristía, concedió 300 días de indulgencia a los devotos de
Nuestra Señora del Santísimo Sacramento
En 1921 la Sagrada Congregación para los Ritos
autorizó a las Congregaciones del Santísimo Sacramento a celebrar cada año, el
día 13 de mayo, la "conmemoración solemne de la Santísima Virgen" con la
intención de honrar a María bajo título de "Nuestra Señora del Santísimo
Sacramento".
El papa Juan XXIII codificó el título de
Nuestra Señora del Santísimo Sacramento cuando declaró a Santo a Pedro Julián
Eymard, el 9 de diciembre de 1962, al final de la última sesión del Concilio
Vaticano II.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL SANTÍSIMO
SACRAMENTO
Virgen María, Nuestra Señora del Santísimo
Sacramento, gloria del pueblo cristiano, gozo de la Iglesia universal, ruega por
nosotros y concede a todos los fieles verdadera devoción a la Sagrada
Eucaristía, siendo dignos de recibirla cada día.
Antífona: Oh Augustísimo Sacramento, en el
cual recibimos a Cristo, se renueva la Memoria de su Pasión, el alma se llena de
gracia y nos es dada en prenda la vida futura!
V. Les has dado pan del cielo
R. Que contiene en sí todo deleite.
ORACIÓN
Oh Dios, que nos dejaste en este sacramento
admirable el memorial de tu pasión y de tu Cruz; concédenos, te suplicamos, que
de tal modo veneremos los sagrados misterios de tu Cuerpo y Sangre para que
podamos siempre gozar de los frutos de tu Redención. Tu que vives y reinas por
los siglos de los siglos. Amén.
Sem comentários:
Enviar um comentário