Siete años después del Documento oficial de la Santa Sede sobre el tercer secreto de Fátima el mismo Cardenal Bertone reconocería que a la muerte de sor Lucia habían sido desveladas nueva revelaciones del tercer secreto. Y esto lo afirmaba quien había reiterado por activa y por pasiva que todo había sido dicho ya. Entonces, ¿cómo no iban a surgir voces discrepantes por parte de cuantos habían acudido a las fuentes más solventes sobre Fátima o a las mismas hemerotecas? La crítica más grave al documento vaticano, y casi unánime entre los fatimistas, era que éste silenciaba parte del tercer secreto.El Vaticano, decían, no se atreve a revelar la parte más explosiva del tercer secreto. El escándalo del tercer secreto “burlado” por el Vaticano seguía siendo el caballo de batalla de los fatimistas desde aquel 26 de junio del año 2000. Pero lo curioso es que de año en año las voces críticas iban en aumento y no siempre desde los sectores más radicalizados. Empezaba a extenderse la evidencia de que el texto secreto custodiado por la Santa Sede tenía algo más y de más grave contenido.
¿Puede ser esto cierto? ¿Es creíble que aún haya algo silenciado, de gravísimo contenido, del que no se quiere ni tan siquiera mentar su existencia, pero cuyas huellas históricas y documentales casi se pueden rastrear con milimétrica exactitud, hasta el punto de hacer tambalear lo publicado en el año 2000 por la misma Santa Sede? Esta es la posición mayoritaria de los escépticos con la interpretación “oficial” del tercer secreto, entre los que se incluyen, cómo no, los fatimistas Grunner y Kramer, pero no sólo.
Porque ocurrió lo temido. Las filas de los escépticos vieron como se incorporaban a sus tesis destacadas figuras del panorama católico “conservador” cuyo prestigio y renombrada fidelidad a la causa católica estában mas que fuera de toda duda. En primer lugar Vittorio Messori, al que toca el honor de ser el primer prohombre de la ortodoxia católica que mostró su escepticismo respecto al tercer secreto y su interpretación. De hecho su primer desencuentro público con el tema de Fátima ve la luz en las páginas del periódico italiano Corriere della Sera, días después de la muerte de la última vidente de Fátima -sor Lucia- ocurrida el año 2005: “Cuando sor Lucia, la vidente de Fátima, muere en el monasterio de Coimbra, el 13 de febrero de 2005, su celda es rápidamente sellada. La religiosa había escrito mucho, y se sabía que tenía un diario que le había mostrado a su confesor. Mejor, por tanto, cerrar aquella puerta y evitar la dispersión de documentos antes de que fueran reclamados por las autoridades eclesiásticas”.
Y junto a Messori se alineó en posición de batalla contra la validez de la interpretaciónoficial otro periodista italiano, también fiel a Roma: Antonio Socci. Socci se hizo muy popular en Italia como director de un programa televisivo de la RAI –Excalibur- de contenido religioso en un moderno formato de debate, información, rigor, documentos audiovisuales e investigación que fue muy seguido y reconocido por los italianos y su Iglesia. Pero Socci demostró ser profundamente combativo y más directo que Messori, lo que le empezó a granjear no pocas enemistades en la Curia vaticana. A él se le debe uno de los mayores tsunamis que ha anegado la opinión pública en Italia y que de nuevo ha puesto en entredicho la validez de la interpretación vaticana, y no por los radicales y críticos, sino por gente que la Iglesia ha considerado siempre “de los suyos”. La culpa de este zarpazo a la calma vaticana fue una investigación teológico-periodística que Socci publicó en noviembre del año 2006 y cuyo título era más que elocuente: El cuarto secreto de Fátima. La génesis de este libro tan directamente opuesto a la interpretación “oficial” tuvo su origen en el desconcierto que le produjo a Socci la actitud de Messori, antes mencionada, en la que cuestionaba un cierto juego de silenciamiento en torno a Fátima. ¿Cómo era posible, se preguntó Socci, que tan fiel católico, renombrado y querido por Juan Pablo II, pusiera en duda la actuación de la Iglesia respecto a Fátima? Y tras un primer asombro, Socci decide bajar a la arena de la polémica, estudiando la argumentación primero de Solideo Paolini y posteriormente tanto la de los fatimistas críticos (Grunner, Kramer) como la de los expertos en Fátima más “ortodoxos” (como frère Michele de la Sainte Trinitè y el padre Joaquín Alonso). El resultado de su investigación y de sus fuentes (en la que destaca el que fue secretario del papa Juan XXIII, Monseñor Loris Capovilla, a través de sus conversaciones con Solideo Paolini) es sorprendente: según Socci hay dos textos manuscritos de sor Lucia relativos al tercer secreto, en uno se refiere la visión publicada por la Santa Sede, en otro las palabras de la Virgen explicando la visión y que darían continuidad a la misteriosa frase “En Portugal se conservará siempre el misterio de la fe, etc.”.
El shock que este libro produjo en Italia fue extraordinario. Desconcertada la curia vaticana por el ataque de uno de los periodistas “fieles a la causa” las reacciones no se hicieron esperar. El mismo Messori salió al paso con otro artículo en Corriere della Sera digno de un equilibrista, donde ni afirmaba ni desmentía. Pero la reacción más inesperada fue la de quien había sido objeto de las críticas más despiadadas del libro de Socci: el Cardenal Bertone. El Secretario de Estado Vaticano, o lo que es igual, el segundo hombre más poderoso de la Iglesia Católica, se vio obligado a presentar con urgencia otro libro en el que narra sus entrevistas con la que fue la última vidente de Fátima entre otras cosas (que duda cabe) para desmentir las tesis de Socci. Y es que Socci acusó a Bertone de ser el artífice de la mayor estafa a los católicos: el silenciamiento y encubrimiento de una parte del secreto. Pero Bertone no se quedó corto en los calificativos, y le tachó de mentiroso y de hacer el juego a los enemigos de la Iglesia: la masonería. El río sonaba demasiado como para no alimentar las dudas de que algo bajaba sobre las aguas revueltas de Fátima.
Siguiendo la línea “oficial” vaticana se debería decir que todo lo concerniente al tercer secreto pertenece al pasado, por lo que del contenido de Fátima sólo quedaría por cumplirse la promesa del triunfo de María. Cuando se hace público en el año 2000 este secreto, no cabe duda de que el panorama internacional aún cuando no pacífico, tenía tintes más esperanzadores de los que tiene en la actualidad. Difícilmente era imaginable el sombrío panorama que se avecinarían los años siguientes. El mismo Cardenal Ratzinger se hace portavoz de una Iglesia que reclama al Cielo su ayuda en esta época de oscuridad. De entre otros muchos destacan los textos y meditaciones que escribió para el Vía Crucis del año 2005, tradicional acto dirigido por el Papa en las calles de Roma la tarde del Viernes Santo, que por su solemnidad y por la circunstancia sorprendente de que se trató del último Vía Crucis de Juan Pablo II, que además sería escrito por el que será su sucesor, merece ser destacado sobremanera. Así dirá el Cardenal Ratzinger:
“Precisamente en esta hora de la historia vivimos en la oscuridad de Dios... Ayúdanos a creer en Ti y a seguirte en esta hora de oscuridad y de necesidad. En esta hora muéstrate de nuevo al mundo y haz que tu salvación se manifieste”.
En el 2005 la promesa del triunfo de María todavía no se había cumplido, y la sensación de estar inmersos de lleno en una época oscura se hacía patente. Por lo que algo no cuadraba con la explicación vaticana. Si el tercer secreto se refería a hechos del pasado había un abismo que era imposible transitar: ¿cuándo se verificará el triunfo de María?
Se hacía difícil creer que el atentado a Juan Pablo II aquel 13 de mayo de 1981 era el secreto tan celosamente guardado y que ahora, de Fátima, sólo faltaba esperar el triunfo de María. Especialmente porque los sucesos tan graves que se vinieron sucediendo desde aquel 1981 no tuvieron su colofón final con la caída del muro de Berlín ni con el derrumbe soviético. Y esto se reconocía, curiosa y paradójicamente, en el mismo Documento oficial sobre el tercer secreto. De hecho la Congregación para la Doctrina de la Fe no tendrá pudor en volver a recoger las palabras que el Cardenal Sodano dirigió a los fieles presentes en la explanada de Fátima al anticipar el contenido del tercer secreto. En ellas Sodano, parafraseando al mismo Papa que directamente le escuchaba, reconoce que la cruz de la Iglesia no ha terminado su escalada hacia el Gólgota, y que el mismo mensaje de Fátima que leía los signos de los tiempos, lee también los de nuestro tiempo actual, de nuestro presente, con una especial perspicacia:
"Los sucesivos acontecimiento del año 1989 han llevado, tanto en la Unión Soviética como en numerosos Países del Este, a la caída del régimen comunista que propugnaba el ateísmo. También por esto el Sumo Pontífice le está agradecido a la Virgen desde lo profundo del corazón. Sin embargo, en otras partes del mundo los ataques contra la Iglesia y los cristianos, con la carga de sufrimiento que conllevan, desgraciadamente no han cesado. Aunque las vicisitudes a las que se refiere la tercera parte del secreto de Fátima parecen ya pertenecer al pasado, la llamada de la Virgen a la conversión y a la penitencia, pronunciada al inicio del siglo XX, conserva todavía hoy una estimulante actualidad"
Sinceramente este fragmento “la Señora del mensaje parecía leer con una perspicacia especial los signos de los tiempos, los signos de nuestro tiempo” es un ejemplo paradigmático en el arte de la negación del principio de contradicción (una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo). Señalando a vuelapluma esas “contradicciones”, asombra leer en tan pocas líneas ideas tan opuestas, pues si “oficialmente” parece reconocerse que el contenido del tercer secreto pertenece al pasado (“las vicisitudes a las que se refiere la tercera parte del secreto de Fátima parecen ya pertenecer al pasado”) al mismo tiempo se matiza ese alcance interpretativo al reconocer que esto es sólo una opinión (las vicisitudes a las que se refiere la tercera parte del secreto de Fátima parecen ya pertenecer al pasado). Y eso sin olvidar la reiteración que en dos ocasiones se hace respecto de que el contenido del mensaje sigue siendo actual y que hace referencia a nuestra época presente, es decir, que no pertenece al pasado (Sin embargo, en otras partes del mundolos ataques contra la Iglesia y los cristianos, con la carga de sufrimiento que conllevan,desgraciadamente no han cesado. (...)la llamada de la Virgen a la conversión y a la penitencia, pronunciada al inicio del siglo XX, conserva todavía hoy una estimulante actualidad. «La Señora el mensaje parecía leer con una perspicacia especial los signos de los tiempos, los signos de nuestro tiempo ...”).
No sólo el mismo día que se da a conocer el texto del tercer secreto se recogen las palabras del Cardenal Sodano en las que, subrepticiamente, se reconoce que no está todo cumplido, sino que el entonces secretario del ex Santo Oficio, Monseñor Bertone, sorprendentemente reconoce algo más. En este caso de un modo más sibilino pero más explosivo, pues lo dice a través de la cita de una carta que sor Lucia dirigió al santo Padre Juan Pablo II, en el año 1982 (por tanto después del atentado): “Desde el momento en que no hemos tenido en cuenta este llamamiento del Mensaje, constatamos que se ha cumplido, Rusia ha invadido el mundo con sus errores. Y, aunque no constatamos aún la consumación completa del final de esta profecía, vemos que nos encaminamos poco a poco hacia ella a grandes pasos. Si no renunciamos al camino del pecado, del odio, de la venganza, de la injusticia violando los derechos de la persona humana, de inmoralidad y de violencia, etc. Y no digamos que de este modo es Dios que nos castiga; al contrario, son los hombres que por sí mismos se preparan el castigo. Dios nos advierte con premura y nos llama al buen camino, respetando la libertad que nos ha dado; por eso los hombres son responsables...”
Reiteremos que ese fragmento de una carta de sor Lucia al beato Juan Pablo II no sólo es posterior al atentado en la plaza de san Pedro, sino que el mismo monseñor Bertone señala en su comentario “oficial” que esta carta insinúa la correcta interpretación del tercer secreto. Pero ¿no se había reiterado que el tercer secreto tenía su culminación en el atentado del 13 de mayo de 1981? ¿Porqué dice entonces sor Lucia al mismo Juan Pablo II, un año después del atentando, que aún no se constata el cumplimiento final de la profecía? ¿No dice claramente en esta carta que la constatación final será un Castigo del que el buen Dios nos advierte, y cuya autoría no es divina sino humana? ¿A qué Castigo se puede referir? ¿No se había reiterado que esta profecía hacía referencia a los totalitarismos del siglo XX y en particular al atentado contra la vida de Juan Pablo II obra del turco Ali Agca? ¿De qué Castigo habla sor Lucia que aún está por realizarse y que no ha culminado en aquel fatídico atentado? ¿Qué Castigo o catástrofe es de la que sor Lucia nos advierte en su interpretación del tercer secreto si, tras el atentado contra el Papa, todo se ha de referir a hechos del pasado? ¿Qué castigo ha sido profetizado y que a Monseñor Bertone le parece como en línea con una correcta interpretación del secreto de Fátima? Algo no es coherente, y de hecho el mismo Cardenal Ratzinger así lo reconocerá el año 2003, en una entrevista al canal de televisión católico de la Madre Angélica, EWTN: “No es descartable la posibilidad de que la visión se refiriera a un hecho del futuro”.
Seguiremos.
Adaptación para el blog del tercer capítulo de mi obra “Fátima, verdad oculta”
x cesaruribarri@gmail.com
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